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viernes, 9 de enero de 2015

[Columna Dominical] Con la fiesta del Bautismo del Señor que...

Hna Maria Dolores Mendez
Hna Maria Dolores Mendez 9 de enero de 2015 19:37
Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos en el segundo domingo de Enero se cierra el tiempo de Navidad para introducirnos en la liturgia del tiempo ordinario. En la Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante de la historia del mundo religioso: Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad, por cada uno de nosotros, y se ha revelado como Aquél que nunca nos abandonará a un destino ciego y a la impiedad del mundo. Esa es la fuerza del misterio de la encarnación: la humanidad de nuestro Dios que nos quiere comunicar su divinidad a todos por su Hijo Jesucristo.
Este es mi Hijo amado, escuchadlo
Itinerarios del Bautista y de Jesús.
Desde nuestra condición de creyentes, hoy aceptamos sin problemas, las diferencias que se dieron en el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús y de Juan Bautista: Jesús pudo ser discípulo de Juan, y a su vez Juan es quien bautiza a Jesús en el Jordán, junto a otros muchos penitentes.
Cuando Jesús inicia su vida pública desplegando su misión, difiere de Juan predicador en el desierto, como los grandes profetas, lejos de la ciudad y convivencia ciudadana. Jesús busca la cercanía humana, y en particular la de quienes la religión y cultura "oficiales" tildaban de personas popoo gratas.
Comportamientos: Juan parece sombrío, duro, combativo; anuncia el Reino que va a llegar, con un Dios fuerte y justiciero. Jesús "pasó haciendo el bien, y curando a los oprimidos; no quebrará la caña cascada, no apagará el pábilo vacilante. Anuncia que el Reino está dentro de nosotros, sin necesidad de buscarlo acá o allá; un Dios que "amó tanto al mundo que envió a su hijo al mundo para salvarlo".
• Bautismo de Jesús, bautizados en Cristo
A. Bautismo de Jesús. El mensaje teológico que nos brinda el evangelio de hoy podemos considerarlo de máxima importancia en la revelación de Dios recogida en el Nuevo testamento. No es un acto de humildad, ni una comedia por parte de Jesús, sino una actitud de sinceridad de quien se considera verdadero hombre, y busca identificarse en plenitud como tal a lo largo de su vida.
Racionalmente no cabe pensar que una realidad sea a la vez dos: Un hombre no cabe que sea Dios, o que Dios sea al mismo tiempo hombre; que algo sea a la vez blanco y negro. Por la fe lo podemos aceptar, y en nuestra mentalidad en unas ocasiones captarlo como hombre limitado, con sentir y amor humanos, y en otras verlo como Dios, infinito. En realidad en Jesucristo existe en plenitud la naturaleza humana, y a la vez la naturaleza divina (hijo de María e Hijo de Dios): dos naturalezas, en la persona del Verbo, Dios.
Hemos de admitir el doble nivel del relato: Narrativo y teológico. Nos toca descubrir con la mayor sencillez, lo que hay detrás de esa narración, que la liturgia de hoy nos manifiesta, poniendo al Espíritu como principal protagonista, y usar términos sensibles: "como una paloma". Dios se manifiesta siempre como Espíritu, y en Jesús brilla bajo los signos de agua y Espíritu.
B. Bautizados en Cristo. Jesús, decía a Nicodemo que hemos de renacer por el "agua y el Espíritu". Hoy celebramos la presencia de la divinidad (eterna) en Jesús, quien había asumido años atrás la humanidad verdadera. Son imágenes necesarias para comunicar verdades teológicas, y -desde una mejor comprensión de Jesús el Cristo- conducirnos a descubrir en la fe nuestra sobrenaturaleza por la fuerza del Espíritu Santo.
• Itinerario de hijos de Dios
A. Dios está en nosotros y desde ahí nos llama a dar una respuesta ajustada a la condición de hijos adoptivos. Si nuestro quehacer lo reducimos a las realidades biológicas o psicológicas desarrollaremos solo una parte de las posibilidades personales, menoscabando la realidad sobrenatural.
La experiencia de ser amados por Dios es la base y fundamento del verdadero amor (ágape) que existe ya en nosotros, con forma definitiva. Descubrir esa presencia puede modificar los objetivos de la vida, asumiendo una "humanidad sobrenaturalizada" donde lo nacido de la carne es carne, y lo que viene del Espíritu, espíritu. ¡El bautismo ha cambiado nuestro ser radicalmente!
B. Caminemos en la verdad iluminados por el Espíritu, por sendas de justicia y caridad, valorando a cada persona en su "totalidad" de hijo de Dios.
Viviendo esperanzados en la vocación de transformar las realidades terrenas, según la mirada de Dios, con los pies en el suelo.
Saboreando la convivencia fraterna, con la humanidad asumida por Jesús, para convertirla en servicio desinteresado y colmada de gozosa esperanza.
Fray Manuel González de la Fuentes

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